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Madrugada del Viernes Santo 2020 | Idilio | Por José Antonio Mediano

Por José Antonio Mediano Guisado

Es una historia de amor la que Alcalá y Jesús llevan escribiendo más de 400 años. Nada está premeditado, solo es la explosión de fe popular que despunta en la Madrugada del Viernes Santo y este año no va a ser menos. Hablar de Jesús Nazareno en Alcalá es ponerle rostro  a Dios que es tan divino y tan humano que sube a un monte de albero para entregarse a su pueblo de la manera más humilde y a la vez más providente.

El ronco tambor de los Judíos retumbará en la mañana del Jueves Santo como presagio de muerte, la muchedumbre abarrotará la Iglesia de Santiago buscando un primer encuentro con Jesús y su Madre y estoy seguro que todo seguirá intacto este año en nuestros corazones.

En los últimos compases del Jueves Santo ya se puede notar por las calles de nuestro pueblo esa sensación tan inexplicable como palpable de un nerviosismo silente que corta la noche mientras que los espigados nazarenos negros de cruz de Jerusalén al pecho van buscando el compás trasero de nuestra parroquia.

La burla, el prendimiento y el Calvario es la tradición que hemos heredado de nuestro mayores

Son las dos de la madrugada, la hora marcada a fuego por los hermanos de Jesús y se abren las puertas mientras se produce uno de los momentos más especiales de la noche, el órgano comienza a tocar La Cruz al Calvario ese himno que más que una entonada melodía se convierte en la mayor expresión de amor jamás cantada. Tintineo de faroles que hacen eco en las silenciosas calles componen esa pieza maestra que serpentea durante la madrugada buscando desembocar en la esencia de nuestra Semana Santa: “Cada pueblo tiene una singular manera de recordar la Pasión del Señor. Una historia de amor se perpetúa cuando rompe el amanecer del Viernes Santo en la sublime conmemoración alcalareña, que pone a Jesús bajo los pinos y a la Virgen en un camino de albero. Cristo muere y resucita en San Roque. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios en la mañana del Calvario”.

La burla, el prendimiento y el Calvario es la tradición que hemos heredado de nuestro mayores y la que debemos dejar a nuestros hijos, es el idilio de un pueblo y su Señor, la conversación más íntima dos corazones frente a frente que buscan el consuelo mutuo. Es una Madre, la del Socorro, destrozada, que busca el alivio de su pena en cada uno de los allí presentes y es un joven llamado Juan que, como ejemplo de lealtad en la vida, nos lleva a chocarnos con nuestros propios muros construidos en base a nuestra avaricia y vanidad. En definitiva, es Alcalá en su máximo esplendor.

El regreso a la Iglesia se torna en un dulce soneto a la Resurrección anticipada del Señor. El júbilo de marchas triunfales y el amor filial con que cada pétalo de devoción transformado en oración van cayendo al paso de la Santísima Virgen es buena prueba de ello. María del Socorro inmersa en su pena encuentra el mejor de los refugios una mañana de primavera en su calle de Herreros.

Escribo con la certeza de que todo lo narrado ocurrirá y, además, de forma más autentica si cabe, en el hogar de cada uno de nosotros. Alcalá no se quedará huérfana esta Madrugada, ya que Jesús y su Madre del Socorro se encuentran en cualquier rincón donde se les invoque.