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Enrique Ruiz Portillo abrió las puertas de la Semana Santa con su pregón

Enrique Ruiz Portillo abrió las puertas de la Semana Santa, él tenía las llaves desde que en Agosto se le nombrara como pregonero ante la Santísima Virgen del Águila y él las ha usado para abrir las puertas de una Semana que aún por llegar, ya la sentimos escapar.

En un Teatro Gutiérrez de Alba repleto de cofrades alcalareños deseosos de escuchar ese anuncio en forma de poesía todo comenzaba a las 12.30 de la mañana, cuando se guardaba un minuto de silencio en forma de respeto hacia la última víctima del terrorismo en España. Una vez realizado este escalofriante minuto de silencio la Banda de Ntra. Sra. del Águila comenzaba su interpretación de la marcha “Jesús en el Calvario”. A continuación D. Juan Martín Alcaide realizaba la presentación del joven pregonero, describía su vida cofrade, su vida como cristiano y también la vida que menos se conoce, su vida personal. Una vez realizada ésta, sonó la marcha “Soleá, dame la mano”, a petición propia del pregonero.

En el escenario del Teatro podíamos ver a D. Juan Martín Alcaide (Tesorero del Consejo de Hermandades y Cofradías), a Manuel Vicente Gómez García (Vicepresidente del Consejo de Hermandades y Cofradías), a Dña. María José Gravalosa (Secretaria del Consejo de Hermandades y Cofradías), a D. Alejandro Redondo (Diputado de Cultos y Juventud del Consejo de Hermandades y Cofradías), a D. José Manuel Medina Picazo (Presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías), a D. Félix Amo (Arcipreste de la Ciudad), a D. Enrique Pavón (Concejal de Fiestas y Festejos) y a D. Antonio Limones (Alcalde de la Ciudad)

Enrique Ruiz comenzaba su pregón dando gracias a Dios por querer que él fuera el elegido para anunciar la Semana Santa, dándole gracias a la Santísima Virgen del Águila ya que a sus plantas se anunció todo en la mañana esplendorosa del 15 de Agosto. Describía esas noches de verano en las que pensaba qué escribiría, mientras abría las ventanas para aprovechar ese poquito de fresquito. Se acordaba de sus familiares que tanto le habían apoyado en este trecho recorrido desde que se dio a conocer la noticia hasta la mañana del pregón. Mencionó a sus padres, a sus abuelos, a su mujer, y a su Tito Cura, D. José Luis Portillo, a quien mencionó varias veces, especialmente cuando hablaba de la Hermandad de la Borriquita. Y se acuerda también de otro familiar suyo que también fue pregonero de Alcalá, el que también le ve desde el balcón en el cielo. Tuvo su recuerdo para D. Manuel, el cura de los caramelitos, el Rey Mago del Cielo, quien en su última voluntad pidió que le metiesen en los bolsillos de su sotana caramelos para dárselos al mismo niño Jesús.

Pero si por algo destacaríamos el Pregón eso sería por su emotividad y sinceridad, describió su tradición personal, un trato hecho con su padre en el que desde pequeño, todos los años el día de Reyes, sonaría en el equipo de música de su casa la marcha “Amarguras”. Se dirigió a su padre directamente, en alguna parte del Teatro, para decirle que nunca deje de cumplir esa tradición con él.

Habló de una Virgen aún inexistente, , la Virgen de la Caridad, la Virgen que no sabemos si será morena o blanca, si joven o madura, si con manos entrelazadas o tendidas hacia nosotros, pero que pese a no existir ya llena los corazones de Alcalá, enlazó el hablar de la Caridad para hablar también de la Esperanza, la Virgen que lleva ya 50 años en Alcalá, en la Parroquia de San Sebastián, donde las Vírgenes se y de la Fe, de la Fe de las mujeres del Santo Entierro que cada Viernes Santo hacen la estación de penitencia.

Y él buscaba a la Virgen, y la veía visitando a ancianas, ayudando a madres en la casa, visitando a enfermos sentada con ellos y hablando de sus cosas… y todo, porque Amor, con Amor se paga. Fragento que una vez finalizado hizo romper en aplausos a todo el Teatro que ya estaba inmerso en los versos del pregonero, pregonero que ha hecho que esta frase digan algunos que ya pasará a los anales.

Y comenzaba a hablar de las Hermandades de penitencia de la Ciudad. Lo hizo en el orden cronológico de la Pasión del Señor, comenzando por la Hermandad de la Borriquita. Fragmentos en los que el cariño hacia su tio D. José Luis Portillo se hacen patente, a él no le salen las cuentas, si van tres apóstoles en el paso, ¿quién va al lado de la palmera también con túnica?, es él, D. José Luis, que ya descansa en el cielo y que ve cada Domingo de Ramos como Jesús de la Bondad entra en una Alcalá hecha Jerusalén, para él pidió un aplauso. Tras Él viene su Madre de la Oliva, que nombre más alcalareño para la Virgen. Y describe el momento en el que una niña, que apenas sabe hablar, descubre con sus ojos llenos de ilusión la burrita, y hace mención especial para los 25 años del Señor de la Bondad.

Otros de los versos más bellos pronunciados por el pregonero han sido los dedicados al Señor del Soberano Poder, a quien un Caifás avejentado y con la ira en sus ojos le mira y le pregunta si es Él el hijo de Dios, a lo que el mismísimo pregonero sentenciaba, ¡Eres tú el mismo Dios, Soberano!.

Y en sus versos a Jesús nos recuerda aquella terrible noche en la que una lluvia convertía esas calles por las que paseamos todos los días en un infierno. Enrique se acordó de las dos víctimas de aquella noche, que no sabía hacia donde iban, pero que ya ven a Dios cara a cara. María Santísima del Socorro le pedía desde su corazón Socorro, Socorro, Socorro, querían encontrar los dos a Jesús, San Juan les servía de guía, a la vez que le anunciaba la terrible noticia.

El pregonero se acordó también de la Madre de los Dolores y tuvo bellas palabras para la Virgen Servita, para Ntra. Sra. de los Dolores, quien todavía sueña con poder tocar a su Hijo muerto sobre su paso en una estación de penitencia.

Y siguió con el Santo Entierro, con el Señor que va sepultado en su sagrario hecho urna. La Soledad le acompaña, y una Cruz sigue siempre triunfando sobre la muerte de una calavera. Los versos dedicados a Ntra. Sra. de la Soledad fueron de los más emotivos

De nuevo volvió a acordarse de D. José Luis, y es que es él quien rueda cada Domingo de Resurrección la piedra del Santo Sepulcro donde Jesús se encontraba, por ello, cada Domingo de Resurrección acaba la Semana Santa allí donde empieza con Jesús a lomos de una borriquita que no es ni bello corcel, ni Babieca del Cid, ni Rocinante del Quijote…

Y como punto final, los versos dedicados a su Madre del Rosario, a la que le ha dado tantos besos que ya no sabe cuantos lleva, a las que tantas oraciones le ha dedicado. Y recordando un gran número de marchas de las que acompañan a la Virgen del Rosario, y haciendo un repaso a todos los Cristos de Alcalá, y enlazando de manera sublime todas las advocaciones de las Vírgenes de Alcalá daba por terminado su pregón D. Enrique Ruiz Portillo.

Una vez terminado el pregonero recibió una larga y sonora ovación por parte de todo el público allí concentrado. El pregonero, con gestos gran emoción respondía ofreciendo su texto del pregón a todos los allí presentes. Y finalmente todo terminaba con la interpretación por parte de la Banda de Ntra. Sra. del Águila de los Himnos de Andalucía y el Himno Nacional, mientras tanto, mientras que éstos sonaban, se podía ver a un hombre visiblemente emocionado por los gestos de cariños que Alcalá le estaba demostrando.

Una vez que todo el mundo estaba en la calle y se había desalojado el Teatro, muchos esperaron a que D. Enrique saliese del Teatro para demostrarles un último gesto de cariño, y ya en la propia calle le recibieron con aplausos y enhorabuenas.