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Un Año de la Fe infructífero para Alcalá

El 11 de octubre de 2012 los católicos daban la bienvenida al Año de la Fe, proclamado por el papa Benedicto XVI para conmemorar el 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II. A partir de este momento diócesis y archidiócesis, hermandades y asociaciones -de toda Andalucía, aunque extensible a todos aquellos puntos en los que las corporaciones penitenciales tienen un peso especial-, se pusieron manos a la obra para engrandecer, a su manera, la celebración.

Alcalá no iba a ser menos. En noviembre saltaba la noticia: “Un pontifical con todas las Vírgenes de Alcalá, acto central del Año de la Fe”. Una idea que partía del núcleo de cofradías de la Parroquia de San Sebastián, que presentó al Consejo de Hermandades y al resto de cofradías alcalareñas y que, con algún que otro matiz, todas irían aceptando paulatinamente. Pero con todo ideado, y ya en el mes de diciembre, desde Palacio se lanzaba para toda la archidiócesis una misiva que abortaba cualquier acto extraordinario en el que las imágenes salieran a la calle, aunque con una excepción: sí se podrían celebrar sencillos actos, como rosarios o vía crucis con la imagen devocional del lugar.

Con estas, y con la intención de que el Vía Crucis de la Fe de Sevilla, a celebrar en febrero de 2013, fuera el acto conjunto de la Archidiócesis de Sevilla, el clero sevillano paraba de seco la celebración alcalareña –y otras de la provincia-. Aún quedaba, eso sí, una segunda parte que sí continuaba: un besapié de todos los Cristos de Alcalá el mismo día, el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de cristo Rey y día en el que se clausuraba el Año de la Fe.

En verano, la segunda parte de la historia

Mientras que en ciudades como Jaén, Granada o Jerez los actos extraordinarios concentraban a miles de personas, y en otras como Córdoba o Huelva se cerraban los detalles de sus procesiones magnas, en Alcalá se seguía con la idea de celebrar algún culto extraordinario.

Ahí entraba en juego la Virgen del Águila, la imagen más devocional del lugar como pedían en Palacio. En junio la Hermandad de la Patrona presentaba al cabildo de hermanos la posibilidad de una Eucaristía, en algún punto de la ciudad por definir, presidida por la Virgen. Los hermanos dieron el “sí” mayoritariamente y se ponía en marcha la maquinaria para cerrar detalles.

Octubre sería el mes elegido para la celebración, aunque no vendría sola. Un ciclo de conferencias con carácter formativo y una multitudinaria verbena para sufragar gastos completarían la terna, amén del besapié ya mencionado anteriormente, que aún continuaba hacia adelante.

Pero nuestro gozo en un pozo. Con la vorágine de los cultos de agosto en honor de la Patrona llegaba la negativa final a cualquier proyecto. Sí es cierto que la petición de que la Virgen presidiera acto alguno no llegó a formalizarse, pero aun así, con este nuevo “no” absolutamente cualquier celebración quedaba definitivamente parada.

Sin celebración en Alcalá

Por ello, y después de todo, Alcalá a nivel de ciudad en conjunto no disfrutó de actos extraordinarios por el Año de la Fe. Todo se ha resumido a celebraciones particulares de aquellas hermandades que, por ejemplo, han incluido en sus cultos oraciones por la consecución de los objetivos de la proclamación del Año, o que en sus intenciones en las salidas procesionales han tenido presente el carácter especial del año que estábamos viviendo.