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Pedro Manzano devuelve a la Virgen del Rosario todo su esplendor

El periodo estival fue más de hastío que nunca. Sin su presencia, el todo no existía para los salesianos del Rosario, y ayer todo volvió a cobrar sentido. La Virgen del Rosario volvía a casa tras ser sometida a una restauración en el taller de Pedro Manzano, cuyas tareas principales han consistido en la limpieza de la policromía, con claros síntomas de lo que da de sí medio siglo de devoción.

A las ocho de la mañana se abrían las puertas de la Capilla del Colegio Salesiano para volver a disfrutar de la cercanía de la Madre Salesiana, dispuesta sobre un entarimado, facilitando así la visión por parte de todos, situado a los pies del retablo de la cofradía y, cómo no, junto al Señor de la Oración en el Huerto.

Si bien es cierto que, a priori, el resultado de la restauración pueda ser impactante, una vez analizado con detenimiento se ve a la perfección algo muy simple: “lo que no está, es porque no debía estar”. Así, en este proceso, Pedro Manzano ha eliminado el repinte en tonos morados que poseía la Virgen en los párpados, fruto de gustos personales de juntas de gobierno pasadas, igualmente, también se le ha cambiado el juego de pestañas, siendo probablemente éste el hecho que induzca a muchos a pensar que la expresión de la talla ha cambiado, amén de la propia limpieza de la suciedad acumulada desde su creación.

Por último cabe recordar que los trabajos se han completado con la colocación de un armazón de cuero que protegerá a la Virgen de desperfectos a la hora de ser vestida, y la sustitución del candelero.

A continuación, dos fotos comparativas de cómo estaba la Virgen antes de la restauración y cómo se encuentra ahora, entendiendo que la comparación no puede ser completa ya que la iluminación de la fotografía no era la misma en las dos tomas. Aun así, sí se ven las actuaciones principales ejecutadas sobre la talla y que se han comentado anteriormente.