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La Borriquita celebró el cincuentenario en un día para recordar

Por una hermandad son muchas las personas que pueden pasar a lo largo de un año. Costaleros, nazarenos, músicos, miembros de junta de gobierno, miembros del grupo joven, floristas, vestidores, camareras, capataces, pero esta cifra se multiplica exponencialmente cuando de lo que hablamos son 50 años.

A las seis en punto de la tarde se abrían las puertas de la Parroquia de San Agustín. En el patio más ambiente incluso que un Domingo de Ramos, del interior un gran número de estandartes de distintas hermandades alcalareñas: Dulce Nombre, San Mateo, Virgen del Águila, Rosario de Santiago, Jesús, Perdón, Santo Entierro, Soberano, así como la Borriquita de Mairena del Alcor. Igualmente, también acompañó en el cortejo una representación municipal encabezada por el alcalde Antonio Gutiérrez Limones. Cabe destacar la cantidad de cofrades venidos de muchos puntos de la provincia de Sevilla y de Andalucía que no quisieron perderse la procesión: Arahal, Aznalcóllar, Dos Hermanas, Mairena, Écija, Castilleja, Málaga, Granada, Córdoba…

El suelo de la parroquia también estaba distinto, una alfombra de ramas de olivos salpicada de pétalos de claveles rojos recibiría al Señor cuando cruzara el dintel de la puerta. El paso se acerca a la puerta y el repique de las campanas anuncia que es una tarde de gloria, la discusión con el fariseo, por una vez, parece que importa menos. Y sonó la ‘Marcha Real’, y después, como no, ‘Bondad en Jerusalén’, así se escribían las primeras líneas de la nueva página de la historia de la Borriquita.

Poco a poco el Señor alcanzaba el barrio, su barrio, el que vio nacer a la Hermandad y le prestó un chalé para que diera sus primeros pasos. En el epicentro del barrio, en la calle Valencia, sonaba por primera vez la marcha ‘Aniversario’, la que el director de la Agrupación Musical de la Hermandad, Esteban Fernández, ha compuesto para regalar a la cofradía por sus 50 años.

A la altura del cruce de la Plaza de Cataluña con la Avenida Santa Lucía, donde se ubicaba hace 50 años provisionalmente la Parroquia de San Agustín, la Hermandad quiso colocar un azulejo conmemorativo de la fecha, recordando la del 61 y rubricando la de 2011, siendo el alcalde junto al hermano mayor de la Borriquita, Germán Terrón, los encargados de descubrir el citado azulejo. Este fue el punto en el que casi todas las hermandades  y la representación municipal abandonaron la representación, excepto la Hermandad del Santo Entierro, que acompañó hasta su capilla.

Y tocó ir hasta el centro
Muchos no entendían por qué razón debía ir la Hermandad de la Borriquita al centro para celebrar el cincuentenario. Ahora, esos mismos incrédulos, se han convencido gracias a lo vivido entre la Capilla del Santo Entierro y la calle Mairena. Cuando el Señor de la Bondad alcanzaba la Cruz del Inglés llegaban las primeras noticias: “En el Santo Entierro no se cabe”, decían algunos exagerados, pero al final no eran tan exagerados. La Borriquita juntó el sábado a más público en las inmediaciones de la Callejuela del Carmen que el propio Domingo de Ramos. Tras el paso por la Capilla del Carmen, donde estaba situada la representación de la Hermandad del Rosario, y ante la que sonó la marcha ‘Oh, bendita Estrella’ -con algún paso atrás para que el Señor pudiera observar a su Madre del Rosario-, la cofradía alcanzó la capilla de la Hermandad del Viernes Santo, quien había adornado con colgaduras con sendos escudos -los del Santo Entierro y Borriquita- la fachada de la propia capilla.

Allí se vivieron unos momentos más que intensos, tres marchas, igual que el Domingo de Ramos, ‘Alma de Dios’, ‘LXX veces VII’ y ‘Costaleros de Fe’, que provocaron una sonora ovación por parte de los asistentes. El espectáculo no es necesario, pero en su justa medida gusta y mucho.

La calle Mairena aparecía engalanada. El grupo joven de la Borriquita encabezada por varios hermanos que se afanaron en decorar el recorrido de la procesión se encargó de repartir en la tarde noche del viernes un gran número de hojas de palmeras para que los vecinos adornaran sus balcones y ventanas. Jamás Alcalá se había parecido tanto a Jerusalén. El Señor sí estaba siendo recibido allá por donde iba con palmas y olivos.

Y en la vuelta al templo no iba el Señor menos acompañado, si bien en esta ocasión la gente ya no estaba apostada en las aceras como había ocurrido hasta llegar al centro, una gran bulla de la que tanto gusta a los cofrades iba alrededor del paso en todo momento. Finalmente, a las 12 de la noche, con poco más de una hora de retraso, el Santísimo Cristo de la Bondad alcanzaba la penumbra de la Parroquia de San Agustín, aunque aún quedaba una sorpresa más. La Virgen se encontraba en el altar mayor, ubicación en la que la Hermandad había decidido dejarla tras la celebración de los cultos en la semana anterior, y es por ello que la cuadrilla del Señor quiso llevarle lo más cerca posible a su hijo. Una vez que el paso entró en la parroquia y se cuadró en la nave central, la Agrupación Musical comenzó a interpretar la marcha ‘Las lágrimas de María’, la composición dedicada a la Virgen de la Oliva. Una última chicotá que terminó por cerrar una noche mágica e inolvidable para los miembros de la corporación del Domingo de Ramos.

Un día para recordar a muchos
Comenzaba esta crónica diciendo que el sábado fue un día para recordar, pero no me refería exactamente que fuera el propio día al que hubiera que recordar, que también, sino que fue el día perfecto para echar la vista atrás y pensar en todos aquellos que han colaborado a lo largo de estos 50 años por llevar a la Borriquita hasta donde ha llegado.

El primero fue D. José Luis Portillo, el cura párroco que quiso hacer una Borriquita en el barrio y que tanto tesón puso en el proyecto. Después llegaría el turno de Cayetano Jiménez, hermano mayor ya fallecido, y a quien su propio hijo, Teo Jiménez Serrano -actual hermano mayor de la Amargura- recordó en una entrañable y emocionante levantá a las puertas de la que fuera la casa de su padre. Luis Sánchez Saavedra, ex hermano mayor de la cofradía y quien pudo disfrutar y cumplir un sueño muy cerca del Señor -¡qué oficio tiene fijando al costero!-; Antonio Osorio, ex capataz del Señor de la Bondad y capataz del Cristo de la Buena Muerte del Santo Entierro, que rememoró tiempos pasados, aquellos en los que la Borriquita era otra cofradía a la que los costaleros solo iban a aprender para después olvidarla, y dedicó su levantá en la puerta de la capilla del Santo Entierro a las dos hermandades y a la unión de éstas. Otro de los que llamó al martillo fue Jaime Márquez  Oliveros, veterano capataz de Alcalá que también estuvo al frente del Señor de la Bondad, y que dio una levantá  en la calle Mairena.  En definitiva, se recordó a todos aquellos que han hecho que la Borriquita ya haya crecido y han ayudado a que se haya hecho mayor de edad a los 50 años.

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