En la Fiesta de la Familia, el Coro de Santa Clara volvió a su casa franciscana
Este año, la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia ha celebrado el domingo día 28, ha tenido un carácter muy especial en el Monasterio de Santa Clara. Como afirmó el sacerdote celebrante de la Eucaristía, el Padre Juan Francisco Huertas Carretero SDB, Director de la Casa Salesiana de Alcalá, contemplamos el misterio del nacimiento de Cristo, que vive y que se desarrolla con su familia, con San José junto a la Virgen María. Imagen de nuestra propia familia y también imagen de la Iglesia, que es la gran familia de familias, que tiene al Señor en su seno y que hace una opción clara por el Amor.
Y ha sido especial porque tras la Misa, tuvo lugar el reencuentro del Coro Santa Clara con la Comunidad de Hermanas Clarisas que allá por el ya lejano 1982, lo vio nacer, de la mano de la gran alcalareña Rosarito Portillo, destacada pianista y profesora de dicho instrumento. Encuentro lleno de emociones por ambas partes, pues las monjas más veteranas recordaban esos momentos pasados, en los que este coro cantaba en determinadas misas del convento, como la del Gallo, de San Francisco, de Santa Clara, etc., y también por parte de los integrantes del coro que aún permanecen en él desde la fundación del mismo. Algunos de los actuales integrantes añoraban aquellos momentos en que, siendo niños, cantaban en la festividad de Santa Clara, y después las monjas les ofrecían un desayuno en el patio.
No ha sido un recital al modo usual, sino un reencuentro familiar en este Día de la Familia. Así lo ha propiciado la Sección Alcalareña de Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, afiliada a la Orden Franciscana. Y se ha conseguido el objetivo: el coro cantando frente a la reja del Coro donde las Hermanas escuchaban complacidas y emocionadas los bellísimos y tradicionales villancicos de este coro que se aferra por rescatar las canciones populares para deleite de todos los que asisten a sus actuaciones. Se vivieron momentos íntimos, especiales, en el que las emociones hicieron que las lágrimas afloraran a los ojos de algunos de los asistentes y de las monjas.
Como dijo el Presidente de la Sección en sus palabras de bienvenida y salutación, no iban a dar un recital, sino a cantar para ellos mismos, para las Hermanas Clarisas, pero sobre todo para gloriar juntos, en familia, al Niño Dios, que ha nacido, que se ha encarnado en las entrañas purísimas de la que llamamos Siempre Virgen María (porque lo fue triplemente: antes del parto, en el parto y después del parto).
Así, cantando en familia, la familia de Santa Clara de Asís, aquella mujer fuerte que junto a San Francisco constituyeron una Orden, los franciscanos, que revolucionaron su época, la Edad Media, pero que han seguido haciéndolo a lo largo de los siglos y que actualmente siguen difundiendo el espíritu del “pobrecillo de Asís” por el mundo, y la paz que él inspiraba confiado en la misericordia divina, esa paz que tanta falta hace hoy día en que mueren tantas y tantas familias de oriente a causa de su fe católica.
El coro, magistralmente dirigido por su directora Dª. Rosa Mª. Ordóñez Espinosa, cantó nueve preciosos villancicos: Pastores del monte, Llegó la Navidad, Suenan campanitas, Tradición, A los niños, Campanilleros, Ole con ole, María acurrúcalo y Quisiera ser un chiquillo. Entre las bellas y armoniosas melodías destacaron los solos, magistralmente ejecutados por varios de los integrantes, resultando el más entrañable el realizado por el niño de ocho años, Hugo Sánchez Romero, que además toca con admirable soltura la pandereta.
Tras su actuación, se hicieron varias fotos en la escalinata del presbiterio, que estaba presidido por la menuda y bella imagen del Niño Jesús de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género humano, como recuerdo de una jornada y un acto tan entrañable para ellos, como lo fue para la Rvda. Madre Abadesa, Sor María del Águila; para la Madre Vicaria, Sor Margarita; y para las demás hermanas: Sor Eucaristía, Sor Ana, Sor Verónica, Sor Catalina, Sor Rosa María, Sor Isabel y Sor Estela Maris, que lo habían seguido desde el coro, mientras que dos de las más veteranas, Sor San Francisco y Sor Inmaculada, lo siguieron por el circuito interno, dado su delicado estado de salud.
Acabó la jornada con el desayuno ofrecido por la Comunidad y por la Sección Adoradora como agradecimiento a este coro Santa Clara, que, a pesar de las muchas actuaciones que lleva a cabo estos días, ha sabido encontrar gentilmente un hueco para volver a sus orígenes, la Casa Franciscana de nuestra ciudad, degustando allí muchas de las exquisitas y refinadas especialidades que las mismas hermanas elaboran y que gozan de gran fama.
En definitiva, hicieron realidad lo que ellos mismos cantaron en uno de sus hermosos villancicos:
Tradición, tradición, tradición,
tradición no se debe perder,
le cantamos al niño de Dios,
recordando que nació en Belén.