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Bendecida la Virgen de la Adoración Nocturna

El pasado 7 de mayo, la Antigua y Franciscana Sección de la Venerable Archicofradía de Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, vivió una jornada brillante, de las quedan grabadas con letras de oro en las crónicas de una Corporación:  el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Santiago Gómez Sierra, Obispo Titular de Vergi y Auxiliar de Sevilla, Bendijo Solemnemente la Imagen de la Virgen que la Sección Adoradora Alcalareña ha recibido, y que, como cotitular de la misma, recibirá culto en el Monasterio de Santa Clara, donde tiene su sede canónica.

La Sección, ha querido recoger con esta triple advocación tres antiquísimas, seculares, devociones de la ciudad, que arrancan algunas desde la propia reconquista por San Fernando: Virgen de los Ángeles, devoción netamente franciscana, venerada por Nuestro Padre San Francisco en la Capilla de la Porciúncula, y titular del convento franciscano de Alcalá, a Ella dedicado, tanto en su emplazamiento fuera de la ciudad, como cuando fue trasladado al sitio que aún hoy, a pesar de haber desaparecido el edificio, sigue conservando el nombre de “San Francisco”. La Virgen de Consolación tuvo Hermandad, que concurría a la anual romería de Utrera, la mayor de Andalucía en siglos pasados, siendo según unos autores, la cuarta en antigüedad, y según otros la séptima de la cuarentena de Hermandades que llegaron a realizar la peregrinación. Y la virgen de Gracia, muy unida a la extinta parroquia de San Miguel, una de las dos primitivas de la ciudad, colocada esta en el arrabal, extramuros de la misma, cuyo edificio aún se conserva hoy, aunque muy reformado.

Entre las muchas Hermandades y Corporaciones asistentes, se encontraban, colocadas en sitio preferente, las tres que actuaban apadrinando cada uno de los Títulos: la Hermandad del Santísimo Cristo de la Fundación y Nuestra Señora de los Ángeles (Los Negritos), de Sevilla; la de Nuestra Señora de Consolación de Utrera, y la de la Santísima Virgen de Gracia, de Carmona.

La hermosa ceremonia se enmarcó en la Visita Pastoral que el Sr. Obispo realizó al Convento de las Hermanas Clarisas, adoradoras también de la Sección alcalareña, concelebrando el Sr. Cura Párroco de Santiago, a cuya collación pertenece, y el Sr. Director de los Padres Salesianos, Capellanes de la Comunidad, estando asistidos por tres acólitos que hicieron que la liturgia fuera fluida y perfecta en todos sus detalles.

Como está previsto en el Bendicional de la Iglesia Católica, tras la procesión de entrada, encabezada por la Cruz alzada y seguida por los acólitos turiferarios, sacerdotes y celebrante, se procedió al Rito de la Bendición Solemne de la Imagen, colocada en el  lado del Evangelio del Presbiterio, justo debajo de la ménsula de Santa Clara. La Virgen estuvo ataviada con un bello traje de tisú de plata, cuya saya está pintada en oro, portando al Niño en su brazo derecho, el barquito (una pieza de plata en filigrana cordobesa), y el cetro. Se completaba su atuendo con toca bordada, corona y ráfaga. Como las vírgenes que siguen el estilo de reina del siglo XVI, se caracteriza por su amplia falda acampanada y el rostrillo que enmarca su cara.

Tras la oración de bendición propiamente dicha, el Sr. Obispo, ataviado con casulla bordada, del siglo XIX, bendijo la imagen, la asperjó con el agua bendita y la incensó, procediendo a encenderse las velas que tenía a ambos lados, como símbolo litúrgico de que desde ese momento se le podía rendir culto público.

El Sr. Obispo, en su homilía tuvo unas cariñosísimas palabras de aliento y felicitación para la Archicofradía de la Adoración Nocturna, animando a todos los presentes a realizar esta bella práctica de piedad, extendida por toda la Iglesia, de adorar a Jesús en las tranquilas horas de la noche, reparando las muchas ofensas que hoy día recibe, de la propia Humanidad a la que Él redimió con su sacrificio en la Cruz. Se dirigió también a las Hermanas Clarisas, a las que animó a perseverar en su vocación, a las que el mismo Señor Sacramentado las llamó en su día.

Al Ofertorio, en la procesión de ofrendas, la Hermandad de Consolación de Utrera tuvo el simpático gesto de ofrendar un ramo de flores a la nueva Imagen Bendecida, y unos mostachones, producto tan típico de aquella ciudad.

Todos los cantos de la Misa corrieron a cargo de la Comunidad de Hermanas Clarisas, que entonaron bellas composiciones marianas, teniendo como eje común la llamada “Misa de Angelis”, para terminar con el preceptivo “Regina Coeli”, dedicado a la Virgen en el Tiempo Pascual en el que nos encontramos inmersos. Tras la salida de la comitiva del altar, el pueblo fiel, que abarrotaba el templo conventual entonó el canto popular “Salve Madre”, con una fuerza y devoción tal que resonaron las bóvedas de la iglesia e hizo aflorar lágrimas en los ojos de algunos adoradores.

En las preces que elevó al Señor uno de los adoradores nocturnos del Santísimo Sacramento quedaba clara la misión de la Virgen y de sus siervos los adoradores de su hijo Jesús Sacramentado. “Para que con tu intercesión Bendita Madre, que nos diste el mejor consejo que se ha escuchado en los siglos –Haced lo que él os diga- nosotros, tus siervos, seamos capaces de conseguir que nuestros hermanos de las diferentes archicofradías, hermandades, agrupaciones parroquiales, asociaciones parroquiales y asociaciones de fieles del arciprestazgo, gocen de la riqueza espiritual de adorar en las horas de la noche al Santísimo Sacramento, roguemos al Señor.”