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Alcalá renueva una devoción de siglos en la procesión de la Virgen del Águila

Siete siglos rendidos ante la Madre Protectora y Soberana de Alcalá. Siete siglos de devoción a quien desde lo más alto vigila, cuida y ama: Santa María del Águila Coronada. La Patrona recorrió las calles del centro de la ciudad en una de las noches del 15 de agosto más calurosas de los últimos años. Y todo pese a que el cielo presentaba cierta amenaza que terminó haciéndose realidad en forma de leve llovizna cuando la Virgen encaraba la puerta del Santuario a punto de entrar.

La de la Virgen del Águila es una procesión que pasa por varias fases durante el recorrido. Una primera muy bulliciosa, con la poética salida bajo los últimos rayos de sol, la bajada por la cuesta de Santa María y, sobre todo, la llegada a la Plaza del Derribo, lugar en el que la esperan cada vez más alcalareños. Después, y una vez llegado el final de la calle Nuestra Señora del Águila -todo ello tras dejar atrás la imponente petalada que lanzaron los jóvenes de la Hermandad- se alcanzaba la segunda parte del recorrido, la vuelta, más íntima y rapida, pero siempre llena de emociones.

Se rozaba la una de la madrugada cuando la Virgen entraba en su casa y la cuadrilla de Jaime Otero -la de la Virgen del Rosario, encargada de portar este año a la Virgen- la devolvía a su divina morada. Una entrada rápida e histórica, y es que la lluvia apareció para sorpresa de propios y extraños. No llegó a mayores y todo quedó en la anécdota.

Acababa el tiempo de gloria en la misma gloria. Alcalá lo había hecho una vez más. Hasta el año que viene Madre, cuando sumemos otro agosto de novena a los cientos que llevas sobre tus manos, a los cientos que llevas con nos.

Fotos: Alejandro Calderón