Semana Santa 2016 |Hermandad de la Amargura | Francisco Javier Baños
Comenzaban a croar las estrellas tiernas cuando el amor se palpaba en cada rincón de aquél lugar. Donde, durante unas horas, las oraciones hacia su persona serían inconmensurables.
El blanco inmaculado hacía justicia en el brillo de los ojos de todo ser que le contemplaba, llegando a olvidar el peso de la cruz e imaginando toda una vida a la sombra de su figura, guardando en cada centímetro de su piel los más profundos secretos que se le cuentan cualquier tarde en su Capilla.
Su nombre grabado en la madera quizás fuere el consuelo más dulce ante tanta amargura. Siendo ella, la que soporta el mayor de los dolores, y aún así con su presencia abre paso a un camino de esperanza.
Seriedad, compostura y saber estar es lo que siempre se asemeja al Jueves Santo, pero no cabía más corazón, entrega e ilusión en cada una de las almas que les acompañaban, ni en cada suspiro lanzado al cielo al contemplar que realmente existe el sueño de los despiertos.
Así sucedió, venciendo el amor frente a tanta amargura.
Texto: María Sánchez Campos
Fotografías: Francisco Javier Baños