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Las hermandades de Alcalá acompañaron al Rocío en el Año Jubilar Mariano

Casi todas las hermandades de nuestra ciudad respondieron a la invitación que la Hermandad del Rocío de Alcalá les había trasladado para celebrar conjuntamente la Eucaristía anual que realiza la filial alcalareña ante las plantas de la Blanca Paloma, una cita que en esta ocasión tenía un carácter extraordinario al encontrarse la Virgen del Rocío en Almonte, y no en la Aldea, y celebrarse a su vez el Año Jubilar Mariano.

Pocos minutos pasaban de las diez de la mañana cuando el largo cortejo formado por todas las hermandades alcalareñas, excepto la del Cautivo,  agrupaciones y grupos parroquiales -entre los que se encontraban los fieles de Fátima y de la Divina Pastora, ambos de San Agustín- partía desde El Chaparral hacia la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en busca de la Virgen del Rocío, que se encuentra en el pueblo desde que el pasado mes de agosto fuera trasladada siguiendo la tradición de la “venida de la Virgen” que se realiza cada siete años.

Un recorrido de escasos veinte minutos separaba un punto del otro, un momento de tranquilidad de uno de fervor y devoción sin medida, de la nada del todo. Tras cruzar varias calles de Almonte bajo la mirada curiosa de los vecinos del pueblo, el Simpecado de la Hermandad de Alcalá alcanzaba las puertas de una Parroquia abarrotada y en la que esperaban numerosos alcalareños para acompañar a los peregrinos de Alcalá en un día tan especial. Así, llegó el momento de postrarse después de varios meses de nuevo ante la Reina de las Marismas y de celebrar una Eucaristía oficiada por el Rvdo. P.D. Antonio José Guerra, Arcipreste de Alcalá y director espiritual de la Hermandad de nuestra ciudad.

Tal era la cantidad de gente que se dio cita en el templo, que las representaciones de las numerosas hermandades alcalareñas así como los propios romeros alcalareños tuvieron que asistir a la misa de pie a los pies del altar mayor, donde se encontraban sendas representaciones de la Hermandad Matriz de Almonte y de la del Rocío de Alcalá, todo ello bajo la atenta mirada de la Virgen. Cabe destacar la participación del Coro de Nuestra Señora del Dulce Nombre, el cual, como nos tiene acostumbrados, volvió a demostrar cuánta calidad atesoran sus voces e hizo disfrutar a propios y extraños de sus cantes rocieros.

Tras cantar la Salve, el Simpecado se retiró del Altar, siempre mirando de frente a la Virgen, y se dispuso a realizar el camino de vuelta en busca de nuevo de El Chaparral, lugar en el que se rezaría el Salve Madre y el hermano mayor de la Hermandad rociera agradeció a todas las corporaciones su asistencia a un día tan especial para ellos.

>Ver galería fotográfica de la llegada del Simpecado a las plantas de la Blanca Paloma