Noticias JMJ

Sevilla se mostró tal y como es, llena de fe, en el tercer día de los DED

El último día de los ‘Días en la Diócesis’ había llegado. En la mañana del domingo los peregrinos de México debían despedirse de las familias de acogida, ya que partirían esa misma noche hacia Madrid, mientras que varias de las chicas argentinas tuvieron que ser reubicadas en otras familias de acogidas al alargarse a última hora su estancia en Alcalá en un día más.

A las 10 de la mañana partía el autobús hacia Sevilla, para que a las 11 los tres grupos que iban a realizar las distintas visitas estuvieran en sus destinos. De esta manera, la Iglesia del Salvador, el Hospital de la Caridad y la Plaza de España serían los tres puntos en los que comenzaría la mañana. El destino elegido por nosotros en esa mañana fue el Hospital de la Caridad, un rinconcito lleno de barroco que pasa desapercibido para muchos sevillanos, y que ese mismo día íbamos a descubrir y maravillarnos junto al grupo de Argentina. En el interior del Hospital pudieron observar las excelentes pinturas de Valdés Leal, las impresionantes tallas de Pedro Roldán o los cuadros de Murillo -tanto los dos originales que aún se conservan y las excelentes copias tras el expolio francés-. Era el momento de que Argentina comenzara a entender un poco más el grado barroco de Sevilla y se sumergiera en gran medida en las costumbres religiosas más puras de la ciudad.

Tras la explicación de todos los elementos decorativos por parte del guía y una magistral saeta interpretada por éste en la propia Iglesia, la cual dejó a las chicas totalmente sorprendidas, había que ponerse rumbo al siguiente destino, el cual ya era al gusto de la mayoría. El Alcázar decían unas, la Catedral, otras, pero las grandes colas del primer lugar, y no respetar el horario de visitas en el segundo, provocaron que la mañana se continuara visitando la Feria de las Vocaciones instalada en el Patio de los Naranjos de la Catedral. Pulseras de los DED, de la JMJ, otras recordándote la cercanía y llamada constante de Jesús, o mensajes escogidos al azar que debías tener presente como una palabra dedicada a ti en ese día en concreto, copaban los ‘stands’ de la feria.

Lo mejor de los Días en la Diócesis, aún por llegar
Que los DED han deparado durante todo el fin de semana un sinfín de momentos llenos de diversión -¿quién se olvida a estas alturas de la capea con un sacerdote torero?, ¿ oquién no sigue enganchado al ‘Color Esperanza’ de Diego Torres gracias a la magnífica interpretación de las ‘etcheberrys’?- no se puede discutir, pero que los momentos de espiritualidad absoluta y las oraciones ante el Santísimo han sido sobrecogedoras, es todavía más palpable.

Mientras el grupo regresaba de compartir un gratísimo rato con las hermanas de distintas órdenes religiosas y buscaba el lugar en el que se almorzaría, éste se cruzó con la capilla en la que la Hermandad de los Estudiantes da culto al Santísimo Cristo de la Buena Muerte y a la Virgen de la Angustia, sin dudarlo ni un momento, una a una se adentraron en el acogedor lugar. El Santísimo expuesto en el altar, el Señor de la Buena Muerte iluminado por varios hachones y la capilla en absoluto silencio hasta que la primera cuerda de una guitarra argentina sonó. A partir de aquí el magnífico conjunto de voces de estas chicas hizo el resto y convirtieron el momento en un instante único en el que disfrutar de la portentosa talla de Juan de Mesa. Todas al compás, todas y cada una rezando como mejor saben y como nos confesarían poco después, cantando. Auténtico lujo para los sentidos que dejó a propios y extraños totalmente fascinados.

Con la tranquilidad reinando en el cuerpo, y tras el almuerzo en un popular restaurante sevillano (en el que un grupo de católicos angoleños montó su particular fiesta con timbales y cantos típicos), había que volver a la Santa Iglesia Catedral para disfrutar de un lugar único. El interior del templo era un hervidero de jóvenes peregrinos con motivo de la JMJ: Francia, Alemania, Corea del Sur o el ya citado Angola podrían ser algunos ejemplos. Las propias monitoras del grupo hacen de guías en el interior del templo y los responsables autóctonos comienzan a disfrutar de un lugar que, no por tenerlo tan cerca, deja de sorprender continuamente.

“¿Quién sube a la Giralda?”, pregunta una de las responsables alcalareñas, “hace mucho calor y son muchas rampas, ¿es necesario?”, responde otro. Y sí, es necesario. Las 35 rampas y 17 escalones no debían ser impedimentos para disfrutar de unas vistas únicas de la ciudad. Una vez arriba te encuentras a varias de las chicas aún exhaustas por el esfuerzo, pero maravilladas por el lugar. Las explicaciones sobre cada lugar que se ve desde el campanario no cesa y las preguntas se suceden una tras otra. Con cualquier duda resuelta y las pernitentes fotografías, la visita llega a su fin. Visitemos a Dios en el Salvador y en San Lorenzo.

El calor no da tregua, pero las angostas calles del centro de Sevilla saben ya cómo refrescar los cuerpos aportando algo de sombra. En el Salvador hay que explicar qué es un paso y cómo se lleva. El paso de Nuestro Padre Jesús de la Pasión sirve como ejemplo, ya que con la custodia sobre él, se expone en una de las naves del templo. A continuación toca entrar en la capilla de la propia Hermandad para besarle el pie al Señor. En principio son reticentes, pero mostrar el amor a Dios a través de una talla es la mejor forma sumergirse de lleno en las costumbres sevillanas.

¿Y el Gran Poder también es así? Probablemente desconozcan el significado y el peso que tienen para la ciudad el hablar del “Señor de Sevilla”, pero una vez en la Basílica no hacen falta explicaciones. Dios está presente, las escasas chicas que se han atrevido a continuar con ellargo paseo así lo ven y mejor lo demuestran a todos. “Era imposible no conmoverse con Él, no supe si pedirle primero perdón por hacerle sufrir por hacerle cargar con la cruz o pedirle por mi“, nos comenta Mili Corcuera tras arrodillarse frente al Señor.

Pero sin solución de continuidad hay que completar este triunvirato emocional y devocional con la visita a la Basílica de la Macarena. Aquí son los mexicanos los que en primer lugar se sorprenden por la presencia de una reproducción de su Virgen de Guadalupe, y en segundo, son los que más se emocionan al tener a escasos metros a la dolorosa en su camarín. No hay palabras, el sentimiento se desborda y es éste el que manda. ¿Cuán grande será la grandeza de estas imágenes que sin conocerlas, son capaces de conmover a quien no fundamenta en ellas su devoción más sincera?

La vuelta es rápida, en el autobús hay momento para las últimas bromas y los últimos cánticos. Se demuestra, de nuevo, que la juventud cristiana es lo mejor que tiene Cristo,  y que ésta es la Iglesia que no se acabará jamás.

Y la última parada, tras la cena común en los Jardines de Murillo, es el último acto común: La Eucaristía del Envío convierte la Misa en una fiesta internacional en torno al Señor. El primer gran acto que demuestra la capacidad que el Señor tiene para reunir a miles de jóvenes en torno a Él, y con el que se concluyen unos días en la diócesis inolvidables, aunque los hechos por los que podríamos considerarlos así no los relataremos aquí.