Crónicas 2012

Me debías una… (Crónicas 2012)

Ya sabes que siempre te espero. He aprendido con los años a disfrutar de la espera, a soñarte, a imaginarte e incluso a olerte con el azahar lunero en una noche de septiembre. Y es esa espera intensa la que alimenta la llama del amor que te profeso. Es un amor profundo, sincero, entregado, sin medida.  El amor es entregarse sin recibir nada a cambio, pero yo sí necesito recibir de ti, porque tu visita es breve y es mucho el tiempo que hay que vivir del recuerdo de las sensaciones experimentadas en ese tiempo en el que tu halo cubre la ciudad, premiándola con esa luz brillante que alarga las tardes y hace florecer oro blanco de los naranjos de las calles, cambiando su biorritmo y llenando de ilusión cada atardecer.

Ya sabes que siempre te espero,  y ya sabes que te amo, pero a veces no entiendo por qué te esfuerzas en poner las cosas difíciles, en burlarte de la ilusión de quien te ama, mostrándole la miel de tus labios con la luz de la mañana y volverle la espalda con la nube más oscura justo en el momento de fundirse contigo en una sola realidad al inicio de la tarde. A veces me pregunto si te diviertes con esto, si me castigas por no amarte bien, pero no tengo respuesta y no me queda más que volver a esperarte olvidando tu crueldad y apuntar en mi alma que vuelves a deberme otra.

Recibí  tu anual visita en las calles del viejo Nervión,  disfrutando de los últimos coletazos de una corporación extraordinaria como Agrupación  Parroquial, la Milagrosa. Grandes personas, de cuerpos pequeños que nos acogen siempre de buen agrado y gran misterio donde soldados espartanos se funden con la guardia judía. Gran noche, gran ambiente y una Madre, del Rosario.

Si la mañana más esperada por mis hijos es la del 6 de Enero, la de su padre es la del Domingo de Ramos. Y llegó, pero fue gris. Y se metió en agua. Todo el rito fue igual, vestidos de blanco y rojo a la misa de palmas en San Agustín, la visita a los titulares, el ambiente, la tensión… el problema fue que confié que dejarías de divertirte a mi costa y que me premiarías con el gozo que me produce navegar en la bodega del galeón de un Rey de barrio que surca el mar alcalareño, visitando todos sus dominios. No fue así, no faltó el agua y zozobré.

No hubo sueño entre el domingo y el lunes, y entre tertulias y risas vi pasar otro día que se me escapaba entre las manos de la misma forma que el agua caía por mis mejillas. Sólo una cosa, largas chicotas redentoras.

Contrariado por las circunstancias fui a verte entre los muros de la alcazaba con mi ruán negro, mi esparto y mi cirio rojo, y tampoco te encontré. Volvías a darme esquinazo. Quizás me supiste seriamente tocado, y un poco de Esperanza… La Hermandad del Stmo. Cristo del Perdón volvía a casa, al igual que yo, con una estación de penitencia frustrada, y no tuve más que acompañarle. Sones de Domingo de Ramos (‘Virgen de la Hiniesta’) como puñales en el alma se clavaban. No olvido que me debes una.

Siempre he pensado que el miércoles empieza a acabarse tu visita, y aproveché tu benevolencia, o tu despiste… no sé. Lo cierto es que después de una fase en la capital, con la Sed y San Bernardo. Volví a nuestra tierra panadera para vivir un gran ambiente semana santero, gracias a Dios, se demostraba que el traslado al Miércoles de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús del Soberano Poder era un éxito rotundo para el bien de la semana santa y una revelación para los que piensan en el “relleno” de la semana santa. Se demostraba que la gente se queda o viene a nuestro pueblo en la misma medida que la oferta aumenta, es bien sencillo. Más que ver, más gente para verlo, más tiempo invertido en deambular de una cofradía a otra para nuestro bien y el de toda nuestra santa hostelería. Un 10 para el Miércoles Santo.

Llegado este punto, quisiera exponer que creo que nuestro Jueves Santo está falto de cofradías, al menos una. Entrando en “cofradía-ficción“, pienso que una cofradía de las de por la tarde, de las de 17.00 a 22.00 le vendría como el aceite a las espinacas. La tuvimos y podríamos tenerla de nuevo. Además creo que no debería ser nueva por la importancia del día, así que si seguimos con la manía del relleno, terminaremos rellenándola y posiblemente será el jueves la primera jornada en repetir…y creo que no es necesario llegar a esta situación.

El jueves era de despedidas, pero no fue la soñada, no fue la despedida que dejaba al Amor de brazos abiertos en el mármol de San Sebastián en el inicio del viernes. Y fue una pena. Volvías a divertirte y acabaste con la despedida soñada.  Ya no iré debajo, Señor, pero iré cerca, siempre cerca de ti.

Quizás te doliera como me dejaste, quizás reflexionaras o quizás alguien te dijera que el castigo era demasiado severo, o que te dieras cuenta que estaba al límite de mis fuerzas, no sé… pero llegó. Llegó la Madrugada más deseada y llegó clara y limpia. También llegó fría, pero ya no me importaba. Llegó y eso bastaba. No pararé de agradecerte ese regalo. La disfruté desde el momento que llegué a casa para vestirme. Ya no estaba mi padre, pero lo olía. Me vestí en su dormitorio porque necesitaba sentirlo. Sentir sus manos acicalando el tergal, colocando la cola al lado izquierdo… el pañuelo, la medalla, la papeleta… no lloré, aunque lo estoy haciendo ahora al recordarlo.No recuerdo una madrugada tan clara, diría que luminosa, y la disfruté detrás del Señor de Alcalá, aproveché cada resquicio, cada saeta, cada palabra, cada calle y recordé que yo soy de Jesús y sé que lo seré siempre, aunque haya ruido de lastres, nada les debo, nada me deben, nada me importan. Aproveché tanto cada silencio, que en uno de ellos, estando el Señor entrando en Gutiérrez de Alba, me llegó la melodía de ‘Arrorró’ que acompañaba a la Virgen del Socorro (otra vez con tus juegos) y pensé en sus manos y en quién dejé en ellas y me derrumbé… gracias Rafa, gracias Ismael.

Poco más, solo que mis hijos Rafa y Mateo y mi sobrina Aurora llegaron por la mañana, y solo verlos de negro me llenó de orgullo y alegría. Entre los 3 no suman 6 años, y ya conocen el Calvario vestidos de nazareno.

Lamento no haber podido disfrutar de la Hermandad del Santo Entierro, volvieron tus juegos y ahora eran otros quienes realmente sufrían. El trabajo realizado, si es bueno, no es en vano y en esta familia trabajan muy bien y sabes por quien te hablo. No se merecía tus juegos.

Y el Sábado…

Alejandro Navarro de la Fuente