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La llegada de Don Bosco convirtió Alcalá en una auténtica fiesta juvenil

La ilusión se palpa en el ambiente. La Plazuela, repleta de jóvenes firmes en la devoción a Don Bosco. Son las cinco de la tarde y los vehículos que transportan la urna con la reliquia del Santo llegan a la Plaza de Cervantes, comienza la fiesta.

Esos fueron los primeros momentos de un día histórico para la Casa Salesiana de Alcalá. Tras el recibimiento de la reliquia por parte de las autoridades civiles y religiosas de Alcalá, y del acto de bienvenida en la Plazuela, donde todos se congratulaban del buen trabajo hecho por los responsables de la venida de la urna, el cortejo encabezado por la Agrupación Musical Santísimo Cristo de la Bondad y seguido por multitud de niños ondeando banderas con los colores salesianos, tomó hacia la Parroquia de San Sebastián, primera parada de verenación y donde un centenar de personas se acercó a tocar la urna del Santo.

Desde aquí, la reliquia, siempre transportada sobre un artilugio mecánico con ruedas, fue dirigida hacia la Capilla del Carmen. Para ello volvió sobre sus pies hacia la Plazuela, para tomar por la calle Mairena hasta llegar a la Callejuela del Carmen y adentrarse en el patio del Colegio Salesiano.

Este trayecto fue en todo momento una fiesta en torno a la urna. El colorido de las camisetas editadas para la ocasión, y que llevaban la gran mayoría de aquellos que conforman la Casa Salesiana de Alcalá, se entremezclaba con la explosión arcoiris que salía de los tubos de confetis que estallaban al paso del Santo. Más color se le dio a la ocasión cuando el cortejo alcanzó la última calle y comenzó una lluvia de pétalos y corazones de papel que pusieron por un momento un pequeño y dulce tapiz sobre la urna, en el que se volvía a mostrar la ilusión con el que los salesianos habían recibido a Don Bosco.

A su llegada al patio del colegio, y tras ser recibido por la última lluvia de pétalos y una salva de cohetes, cientos de personas ocupaban ya las sillas dispuestas para la Eucaristía, que precedería al momento más íntimo de toda la jornada: la Vigilia en el interior de la Capilla del Carmen en torno al Santo. Instantes de oración interior frente a quien habrá enseñado y enseñará a muchos a orar.

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