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La de la Virgen del Águila, ¿la procesión de los cambios inmutables?

La Virgen del Águila rindió un año más su tributo a los alcalareños imperecederos que cumplen el rito año tras año. La procesión de la Patrona se convirtió desde la bajada de la cuesta de Santa María y hasta la revirá en Alcalá y Orti en un mar de gente alrededor del paso, amén de las otras tantas cientos de personas que esperaban al cortejo apostadas en las aceras. La salida procesional de la Patrona responde a unos cánones fijados e inamovibles. El cortejo siempre ordenado de igual manera, la marcha ‘Águila Coronada’ tras Ella, las doce de la noche en Santiago, la salida de varias representaciones en la Plaza de Cervantes, ¿pero qué ocurre cuando uno de esos detalles es distinto a lo habitual?

Ya lo dice el periodista alcalareño Alberto Mallado en su crónica ‘La pervivencia de un pueblo’, “el día de la Virgen del Águila, todo tiene la medida perfecta y responde al rito adecuado, a la costumbre antigua; o nueva pero perfectamente encajada en el conjunto de la jornada.”. Y así es, la procesión de la Madre de los alcalareños se compone de de un sinfín de detalles que perduran ante las embestidas del tiempo y que dotan al 15 de agosto de ese carácter de la Alcalá dejada atrás que sólo se puede saborear en un escaso catálogo de tradiciones.

La procesión de ayer se vio altamente favorecida por el respeto de las altas temperaturas, si bien Alcalá cada vez es menos dada a subir la cuesta ya que el gentío prefiere esperar en la Plaza del Derribo. Tanto es así que la plaza llegó a recordar a estampas semanasanteras. El público abarrotó la parte central del recorrido, esto es desde la mencionada plaza y hasta otra plaza, la de Cervantes. Precisamente fue en esta parte del recorrido, en las calles Herrero y Nuestra Señora del Águila donde la Virgen recibió sendas muestras de cariño a través de petaladas de mano de jóvenes preocupados por su Patrona, demostrando que ésta no es una devoción anquilosada en el pasado y limitada a los mayores. Unos jóvenes que también se encargaron de adornar con flores de papel y colgaduras parte del recorrido.

Tras el paso de la Virgen sonó la Asociación Musical Nuestra Señora del Águila, con dos importantes incorporaciones al repertorio, ‘Valle de Sevilla’ y ‘Hossana in Excelsis’, marchas de moda, pero que por su enorme calidad no está de más escucharlas en las procesiones. Sin embargo, resulta algo más extraño la inclusión también de ‘Esperanza de Triana Coronada’, una composición que dista mucho de las dos anteriores y que quizás no entre en demasía dentro de lo esperado por la Banda de Alcalá -según nos ha hecho saber la propia formación musical, la inclusión de esta marcha en el repertorio se debe a una peticiíon expresa de la Hermandad de la Virgen del Águila y no a una decisión de la banda-. A destacar, por tanto, cómo sonó la obra de José de la Vega, ‘Valle de Sevilla’, en el tramo final de Alcalá y Orti, como dirían algunos, de babero.

A este buen hacer de la banda se le sumó otro trabajo que no se queda atrás, el de la cuadrilla de costaleros de Nuestra Señora de la Oliva, cuyo equipo de capataces (ataviados con las corbatas celestes regaladas por la propia Hermandad del Águila y que a alguno extrañó ver en ellos, en lugar de la clásica negra) acabó la procesión con la satisfacción del deber cumplido y cuyos costaleros vieron de alguna manera recompensado el mal trago con la Virgen de la Oliva el pasado Domingo de Ramos y la no realización de la estación de penitencia. Una vivencia como ésta junto a la Patrona marca mucho y cala hasta los huesos.

La luz artificial, ¿ese cambio inmutable?

Que parte del titular de la crónica esté entre interrogaciones no es un motivo baladí. Hemos comenzado el texto presentando una pequeña lista de ritos y costumbres imperturbables dentro de la procesión de la Virgen del Águila y de todo lo que rodea al 15 de agosto. Pero ayer el destino quiso enseñarnos que uno de esos elementos enraizados dentro de los elementos a lo que estamos acostumbrados no fuera igual que siempre. Por todos es sabido que cuando la Virgen va en su paso procesional, dos de los guardabrisas de sus candelabros son focos que apuntan directamente a la talla, iluminando, quizás en exceso, a la Patrona.

Año tras año éste ha sido un elemento que ha ocupado algún comentario, siempre sin importancia y más expresado en forma de deseo que de realidad. Como decíamos, ayer el destino rompió con este rito. Cuando la Virgen comenzaba su discurrir por la calle Nuestra Señora del Águila los focos se apagaron. La batería jugó una mala pasada y la Virgen se vio exenta de la luz artificial que la ilumina en cada procesión. Bien es cierto que poco después, en otras partes del recorrido como el inicio de Alcalá y Orti, la mencionada luz cobró su habitual fuerza y Ella se iluminó de la manera a la que estamos habituados, e incluso, ésta bajó su intensidad, estando presente, pero en menor medida.

Muchos cofrades y devotos, lejos de ver en este problema un serio contratiempo, encontraron un ejemplo palpable de que quizás la Virgen no necesite la potencia que la luz artificial llega a tener, y que la talla no mostró tanta oscuridad como en un principio se podría pensar. Quizás, tal y como opinaban muchos devotos cercanos a la Virgen, tras este experimento forzoso, la Hermandad debería estudiar si es necesaria la instalación de los focos para la procesión año tras año.

Por último, le ofrecemos el enlace de descarga a la retransmisión que Radio Guadaíra, en la voz de Ramiro Luis Muñoz, quien nos trajo la salida de la Virgen del Águila desde el Santuario de Santa María (grabación realizada por nuestro colaborador Álvaro Palacios):

>Descargar retransmisión de Radio Guadaíra

Fotos: José Joaquín Galán