Noticias

La crónica del Pregón Nazareno de Vicente Romero Muñoz

Juan Luis Trigueros

El pasado viernes, 17 de marzo, tercero de Cuaresma, en la parroquia de Santiago de Alcalá de Guadaíra, tras la solemne Eucaristía en honor de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el silencio quieto y expectante es roto por los tonos de la marcha “La Madrugá” de Abel Moreno. Al piano la joven templanza de Andrés Mejido y al violín la serena delicadeza de Alberto García, alumnos ambos del Conservatorio Superior de Música de Sevilla. Sublimes instantes de música celestial que se enreda por las columnas del templo y que dieron entrada al primer Pregón Nazareno de la cuatro veces centenaria Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno pronunciado por el académico, hermano de honor y predilecto, D. Vicente Romero Muñoz. Tomó la palabra el Secretario 1º de la Hermandad, el letrado D. Ángel Gutiérrez Oliveros, quien “con la venia del Soberano Poder de Jesús Sacramentado” presentó al pregonero, realizando una pormenorizada biografía del mismo, en la que destacó tres aspectos esenciales:

El primero de ellos, su singladura en la Hermandad, desde su ingreso en el año 1934 hasta nuestros días, convirtiéndose así “en una suerte de don Juan de Borbón de nuestra Hermandad, hijo de Hermano Mayor y padre de Hermano Mayor”, recordando que por sus ojos ha transcurrido la vida de la Hermandad en los últimos ochenta años. D. Vicente vio la Hermandad reducida a cenizas, y también la vio resurgir cual ave Fénix de la mano de su padre, D. Vicente Romero Escacena, hasta convertirla en “Madre y Maestra”; así como su pertenencia a la Junta de Gobierno durante diecisiete años desempeñando diversos cargos; sin olvidar sus brillantes intervenciones tanto en el cincuentenario como en el septuagésimo quinto aniversario de la bendición de la venerada imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

En segundo lugar destacó los aspectos más importantes de su trayectoria profesional, donde  acentuó su grado de Doctorado Universitario, su pertenencia como profesor durante cuarenta y cinco años en la Facultad de Derecho de la Universidad Hispalense y su profesión de abogado durante casi setenta años, recalcando su pertenencia como Académico de la Real Academia Nacional de Jurisprudencia y Legislación.

Y en tercer lugar, su faceta como escritor que cultiva diversas disciplinas literarias, desde la de historiador a la de investigador, pasando por las de literato o conferenciante, entre otras, siendo el más veterano miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, y autor de numerosos libros, de entre los que el presentador destacó su obra teatral en verso “Siete estampas de la vida de San Juan de Dios”. Pero sin lugar a dudas, el aspecto que más destacó el presentador de la vida y obra de D. Vicente fue su dedicación a Alcalá y la grandeza humana de su persona, con dos aspectos preponderantes por encima del resto: sus veinte años como Hermano Mayor de la Hermandad de Nuestra Señora del Águila, Patrona de Alcalá, de cuya coronación canónica fue forjador; y sus dos cualidades que, a juicio del presentador, lo caracterizan por encima de todos sus méritos, su condición de “cristiano acendrado” y “su fidelidad a la palabra dada” recordando el presentador anécdotas de su juventud universitaria como alumno de D. Vicente Romero Muñoz en las extintas aulas de la Facultad de Derecho de la Hispalense cuando se ubicaba en la Real Fábrica de Tabacos.

Terminó su presentación D. Ángel Gutiérrez anticipando un día de gloria, dejando al pregonero “en manos de esta Niña bonita de Santiago –María Stma. Del Socorro- a la que usted vio nacer”, con la certeza de que en el cielo “más allá de estas bóvedas D. Vicente Romero Escacena y muchos más esperan su palabra culta y consagrada siempre a servir más cada día a Jesús Nazareno de Alcalá”.

Tras la presentación del pregonero y la interpretación de la marcha “Jesús en el Calvario” del maestro José Espinosa por parte del dúo musical, D. Vicente se encaminó sereno y pausado, como el espíritu piadoso de los años que han labrado su vida, hacia el atril situado a los pies de los Sagrados Titulares, para con la venia de Jesús Sacramentado comenzar su exaltación Nazarena en la que las imágenes de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la de María Santísima del Socorro estuvieron siempre de fondo, siempre latentes. Exaltación que dividió en siete piezas haciendo a través de cada una de ellas una síntesis completa de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús Nazareno a través de la cofradía. Primeramente “ELOGIO Y GRANDEZA DE LA HERMANDAD” a la que tituló (Allegro), destacando que “quienes estamos aquí somos la parte visible de la Hermandad de Jesús Nazareno. Fieles que rezan a su Titular en capilla barroca” recordando a quienes no podían asistir por motivos legítimos y a los ausentes, “Iglesia triunfante de nuestros mayores que nos miran e inspiran”, recalcando dos aspectos fundamentales: que el verdadero Pregón es nuestra conducta colectiva, “Las palabras vuelan, los hechos quedan”; y la Caridad es esencial. “Jesús es Amor. Sin Caridad, habrá celos y recelos”, animando a “no dejar de socorrer al prójimo”, “socorrer de Socorro, nuestra Virgen”, haciendo clara mención del Centro de Recursos Infantiles  “Ropero Virgen del Socorro” donde durante todo el año se atienden cerca de cien familias necesitadas. Advirtió a los presentes, que su pregón no sería un Pregón al uso, sino más bien un recital lírico, “porque hay que ensayar nuevas fórmulas de comunicación”. A continuación, para terminar esta primera parte: Nocturno, versos llenos de delicadeza dedicados a la salida de la Cofradía.

    “… Ya suena la campanita

    Cruz de guía, a paso lento;

    los judíos abren camino,

    con su bandera en el viento.

    A la luz de los faroles,

    nazarenos van saliendo

    y sus luces serpentean

    por la Cañada hacia adentro…

Seguidamente, segunda pieza de su pregón: “EL MUNDO DE LOS COSTALEROS”, donde realizó una exacta descripción narrativa de la transición del antiguo horquillero humilde y asalariado, al costalero de hoy en día, mejor preparado física y mentalmente, no sin detenerse en la figura del costalero antiguo, cuya única devoción era “llevar a nuestros Titulares al Calvario”, a diferencia del costalero de hoy, hermano y que participa de la vida de la Hermandad, asistiendo a la Misa de los Viernes de Jesús. Para rematar este segundo acto, Romance del costalero viejo, del que destaca el siguiente extracto:

    “… Hoy pasa la Cofradía

    delante de mi ventana

    y estoy mirando el costal,

    y se me saltan las lágrimas.

    ¡Padre Jesús Nazareno

    llévame pronto a tu casa

    cerca de los compañeros

    que conmigo trabajaban!.

    ¡Y que me cante Pascuél

    el funeral por mi alma!

Tras estruendoso aplauso, continúo la pronunciación del pregón por parte de D. Vicente, el cual  discurrió por los tres actos siguientes: “PERDÓN Y CLEMENCIA” dedicado a los nazarenos y penitentes del cortejo procesional; “EL MUNDO DE LA JUDEA (Marcial)” y “EL ENCUENTRO SAGRADO” en quinto lugar, dedicado al encuentro entre San Juan Evangelista y María Santísima del Socorro en la mañana del Viernes Santo sobre el albero del Calvario alcalareño. Perdón y Clemencia de nazarenos y penitentes, “toda la noche en camino”, “Silencio absoluto”; tras el paso de Jesús “imponentes cruces negras y mujeres en silencio”; al amanecer, niños que se incorporan “ángeles nazarenos”, llegando al Perejil, “burla, prendimiento, sentencia del pagineta, tambor tocando a muerte…”, surge la oración del penitente:

 

    “…Perdóname, Jesús, Amor de los amores

    Tú sabes, que no soy lo que parezco,

    Yo pecador, sé que nada merezco

    Y aún me atrevo a pedirte más favores…”

Con voz clara y firme describió el Mundo de la Judea (Marcial), en el que D. Vicente hace una perfecta disertación de lo que significa el triste nombre con el que se conoce al conjunto de personas encargado de la crucifixión del Señor, así como de la pena de Cruz desde un punto de vista histórico, haciendo un recorrido histórico, breve pero conciso, de la historia de la Judea, desde la impopularidad del judío antiguo al actual, que también participa de la vida de Hermandad, haciendo un sensible reconocimiento al que ha sido capitán durante veinticinco años D. José Luis Fernández, no sin dar la bienvenida al nuevo jefe de la Judea, Eduardo, “que nunca falta a la misa de los Viernes”. Y tras entonar los bellos versos del Romance del Capitán, el Romance de la Judea, y la descripción de Cristóbal El Abanderado, llegó el quinto acto “EL ENCUENTRO SAGRADO (Solemne). Minuciosa descripción y alabanza del encuentro sagrado de San Juan Evangelista y María Santísima del Socorro según Alcalá, ante la presencia inmóvil de Jesús que espera quieto Su Momento, con reseñas antropológicas de la Vía Dolorosa y Evangelios Apócrifos, demostrando un conocimiento inaudito de la historia de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, esencia que remató con el bello poema del “Romance del Encuentro”.

A continuación, y sin demasiada pausa, el pregonero fue encarando ya la recta final de su magnífica exaltación lírica, y en este momento, el protagonismo, que nunca dejó de tenerlo en toda la secuencia, para María Santísima del Socorro, su gran devoción, no en vano D. Vicente ostenta el record de haber sido durante setenta y siete años consecutivos nazareno de la Virgen, evocando así el regreso de la cofradía del Calvario y la entrada de la misma.  Los tres actos finales, el primero “EL DOLOR DE MARÍA”, en el que destacó la seriedad y ordenanza de la Cofradía en el regreso del Calvario con San Juan solitario, al que Cristo le ha encomendado: “Tener por Madre a María”.

“… Llevadla con mucho mimo

esas seis trabajaderas

a compás y paso corto.

Encended todas sus velas,

que brille toda su plata

cantadle bellas saetas,

porque cuando llegue al Puente,

le gritará Alcalá entera,

que el Señor Resucitado,

estará siempre con Ella.

Que se acabó la Pasión,

y que Dios Padre le espera,

de pie, para coronarla

Reina del Cielo y la Tierra”.

 

El sexto: “REINA DEL CIELO” (Lento). “Cristo, poco antes de morir, nos ha hecho el inmenso regalo de una Madre. Su Madre, lo mejor que tenía y lo último que le quedaba”. D. Vicente terminó este acto recreando versos de uno de los grandes autores del barroco español, Lope de Vega, referidos a la Santa Madre de Dios. Y para terminar, el séptimo y último acto: “RESURRECCIÓN” (CODA), en el que el pregonero describe la alegría de Alcalá en el regreso de la cofradía en la mañana del Viernes Santo que anticipa la “Gloria de la Resurrección”, distinguiendo entre el continuo silencio de Jesús y San Juan y la diferencia de la Virgen, a quien hay que “acompañar, arrullar, consolar”. “La Pasión ha terminado. Cristo ha vencido a la muerte. Resucitará. Resucitó. Resucitamos Todos”.

Final. Estruendo de aplausos que estallan en la penumbra de la iglesia, agradecido D.  Vicente recibe y palpa el cariño de los asistentes que, una vez más, han tenido la dicha de volver a escuchar la cálida, sencilla a la par que elegante, y serena oratoria de su hermano predilecto, haciendo verdad, una vez más, aquella frase célebre del escritor del siglo de oro, Baltasar Gracián: Lo bueno, si breve, dos veces bueno. D. Vicente, persona dotada de un intelecto y corazón extraordinarios, a sus 92 años, pronunció un pregón magnífico, sublime, lleno de clarividencia, sensatez, fervor, devoción y entrega a unos Titulares y a una Hermandad de la que ha sido testigo y partícipe, privilegio vivo del cual no sólo la Hermandad de Jesús debe sentirse orgullosa, sino toda Alcalá, que lo vio nacer.

Cerró el acto el Hermano Mayor D. Vicente Romero Gutiérrez, quien agradeció fervientemente la intervención del pregonero, su padre, de quien destacó que “en la vida, cuando quien comanda la nave tiene las ideas claras y la decisión firme, la lleva a buen puerto con seguridad” grandioso legado para sus filiales. Como acto final, el dueto musical interpretó “La Cruz al Calvario·” de José Miguel Álvarez, cantada por los presentes como himno de la Hermandad. Tras ello, D. Vicente firmó ejemplares del pregón, editado por la Hermandad como regalo al primer pregonero nazareno.