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Cincuenta años de rosarios, cincuenta años de eterna oración en la Capilla de los Salesianos

Cincuenta años se cumplen desde que se empezara el rezo del Santo Rosario junto a la Virgen salesiana. Cincuenta años que culminaron el pasado sábado con el Rosario Magno y con la vuelta en procesión extraordinaria, momento culmen de un año especial para la cofradía de la Callejuela del Carmen.

El Ave María de Caccini ponía la mejor banda sonora que podría escucharse en la salida de la Virgen. Nada de bandas, algarabías, ni himnos, la solemnidad del momento entremezclado con las voces celestiales de la Escolanía de la Trinidad brindó, antes incluso de que el palio pisara la calle, uno de los instantes más sobrecogedores de la noche y que solo fue roto por los aplausos tras la difícil salida del templo.

Desde entonces y hasta su llegada al Asilo de la Milagrosa varias estampas únicas fueron las que se pudieron ver en torno a la Virgen del Rosario: el palio en el callejón de entrada a la Capilla del Santo Entierro; la alfombra de sal realizada por diversos hermanos de la corporación a escasos metros de la Capilla; o, sobre todo, la llegada al Asilo por la calle Juan Abad y la estrechez de Monroy. Con el azul añil tiñendo la atmósfera y el naranja crepitar de la candelería reflejándose en las fachadas y portada por los costaleros del Señor de la Oración en el Huerto, el palio alcanzaba la calle Nuestra Señora del Águila y culminaba el rezo del Santo Rosario.

De la minoría a la multitud

Una vez en el asilo todo tomó un cariz bien distinto, tanto que parecían dos procesiones distintas. El ambiente recogido de la primera parte de la tarde dio paso a la multitud alrededor del palio. Se incorporó la Banda Municipal de La Puebla del Río y sonó la primera marcha, la primera salve: ‘Encarnación Coronada’. Los abuelos, siempre pacientes, siempre emocionados por sentir a la Virgen y siempre presentes en el sentir de los hermanos salesianos.

Las colgaduras, gallardetes, las sevillanas del Coro del Dulce Nombre y hasta saetas ya en los últimos tramos de la procesión marcarían el regreso triunfal hasta su casa, entre las caras bien alegres y satisfechas de sus hermanos, de los devotos de la talla que hiciera Paz Vélez hace medio siglo.

Mención especial merece la Banda de La Puebla, que no dejó de tocar prácticamente durante toda la noche, completando un soberbio acompañamiento musical tras el paso de palio.

Y con el último brillo de la candelería reflejándose en el dintel de azulejos de la capilla, y con el trío de ‘Lloran los clarines’ de fondo, se cerraba una noche histórica para la Hermandad del Rosario de Alcalá. Cincuenta años de plegarias y rosarios salesianos junto a María Santísima del Rosario y el Señor de la Oración, quien, por cierto, también protagonizará un día especial el Martes de Pasión de 2016 al presidir el Vía Crucis de las Hermandades, pero para entonces, ya el palio blanco de su Madre volverá a estar montado y lo del sábado ya solo será un recuerdo histórico.