FotografíasNoticias

Bondad derramada por la ciudad en el Vía Crucis de Alcalá

Con el cariño y la ilusión propia de un acto que se sabe histórico por su lejanía en el tiempo para la siguiente vez. Así estaban las cabezas por San Agustín en este Martes de Pasión en el que la Hermandad de la Borriquita entregaría al Santísimo Cristo de la Bondad a la ciudad para rezar, juntos, las 14 estaciones del Vía Crucis de las Hermandades de Alcalá de Guadaíra.

A las siete y media sonaba ‘Hosanna al Hijo de David’ en las voces de la Escolanía de la Trinidad de la Hermandad de la Divina Misericordia. La luz no se quiso perder la cita, quizás extrañada por no ver grandes fulgores dorados ni fariseos altivos en la escena. Un centenar de hermanos con cirios antecedían a las andas del Señor, llevadas por 30 portadores.

Tras cruzar el centro de la ciudad rápidamente -en menos de una hora y media- comenzaba el Vía Crucis en la Parroquia de Santiago. Al fondo el Nazareno, delante el Señor en su trono de piel gris que dijera el periodista. El tintineo de la campanita volvía a retumbar por aquella iglesia que fuera refugio en época estival. Y la saeta de Alcalá comenzó a sonar. Saeta de Alcalá, por Alcalá y para Alcalá.

De Santiago a San Sebastián. Las 14 estaciones se completaron y todo quedó hecho. La Bondad se derramó por la ciudad y se tachó del calendario la última estampa de la Cuaresma.

El traslado a casa de nuevo fugaz y rápido. El derroche de fuerza por aquellos que portaron las andas vino a demostrar que las victorias no se fraguan solo en los grandes escenarios.

El único lunar de este Martes de Pasión, la cantidad de público, que aunque no dejara solo al Señor en ningún momento y la bulla en torno a las andas existiera, si escaseó en algunos tramos del recorrido.

Fotos: Emilio León